viernes, 27 de septiembre de 2013

1.3 La Violencia Actual: entre el miedo y la angustia

Eduardo Nicol, en su libro “El Porvenir de la Filosofía”, (México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1.985) dedica varios capítulos al tema de la violencia.  Lo hace de una forma distinta a lo que habitualmente encontramos en los diferentes análisis psicológicos o sociales de la misma.  No se trata de una visión opuesta, sino de una mirada que nos lleva a estratos humanos  más profundos; pues, preocupado por el destino de la filosofía, más bien dicho, por la agonía del pensar, se preguntaba si este constante negarse a la auténtica reflexión, tiene alguna relación con la violencia que, ya en esas décadas,  invadía los diversos ámbitos de la vida.  Y aquí destaco una de sus primeras ideas; la que dice relación con la diferencia entre la violencia actual y la anterior al siglo XX, específicamente a la Primera Guerra Mundial.  Antes, nos dirá, también existía la violencia;  en todas sus formas y grados de crueldad -guerras, opresión, codicia, esclavitud, envidia y toda suerte de abusos- pero había una distancia importante entre ella y nuestra intimidad: “La violencia podía, en caso extremo, quitarnos la vida, pero no podía, antes de la muerte, privarnos de la vida interior” (E. Nicol, op. cit., p. 50). 

La fuerza de esa distinción, genera en mí una serie de interrogantes… ¿Realmente hoy la violencia es de tal índole que llega a privarnos de nuestra vida interior? ¿De qué violencia estamos hablando, esto es, cuándo la violencia es tal, que llega a manejar nuestras actitudes, valoraciones, ideas, decisiones, sentimientos, emociones, opiniones, en fin, estilos de existencia? ¿Podemos hoy elegir ser personas de paz y convivir en paz; sin ser por ello amenazados?  ¿Por qué la violencia ha invadido también las aulas? ¿Cómo educadores, cuál es nuestra responsabilidad ante la violencia y cómo llevarla a cabo?

Antes de la Primera Guerra Mundial, independientemente de los reiterados episodios de violencia que siempre cometió el ser humano, había consenso en que estos implicaban un quiebre  al ideal de vida en paz.  La violencia era lo anormal, lo insano,  lo excepcional. “La aberración ha consistido en eliminar de esa esencia la nota de excepcionalidad extrema, convirtiendo a la violencia en algo que ya es  inmediato, que ya se acepta como normalidad, y a lo cual se puede recurrir sin necesidad de llegar a una situación límite” ( E. Nicol Op. Cit.  pág. 51)  Hoy, son muchos quienes hacen de la vida violenta un ideal. La violencia por la violencia, tiene un solo enemigo: la existencia en paz, en respeto, en armonía.  Para los violentistas, la violencia misma es lo buscado; por ello no tienen un verdadero propósito por el cual luchar; sólo pretextos para estar en permanente  estado de guerra. “Todo se promueve y se juzga en relación con la guerra: la religión, la ciencia, el arte, el deporte, la filosofía y hasta la vida privada.” (E. Nicol Op. Cit. P. 52)

Estimados-as alumnos-as  ¿Cuál es la magnitud del problema que hoy les invito a enfrentar; cuál es su naturaleza, causa, influencias y consecuencias?  ¿Qué ocurre hoy en el interior familiar y escolar? ¿Podemos asegurar que la mayoría de nosotros cuenta con un hogar y con espacios que nos aseguren una sana convivencia y un ambiente de paz; o debemos admitir que nos enfrentamos a una violencia constante, que penetra todo tiempo y espacio; incluidas nuestras relaciones más íntimas?  ¿No habrá cambiado el tenor de la violencia y con esto la manera de ser del hombre?” (E. Nicol, Op. cit., p. 49). 

Para bosquejar mejor la escenografía de la violencia, pongo a disposición de ustedes un párrafo escrito  por el filósofo y profesor universitario chileno Eugenio Yáñez Rojas.  En él, hace una breve pero dramática estadística de las violencias que ya entonces –año 2004- nos afectaban:

“Si usted demora diez minutos en leer este prólogo, en ese lapso se habrán producido en el mundo 15 suicidios (uno cada diez segundos), 4000abortos (400 por minuto) y 10 asesinatos.  Morirán poco más de 3000 personas (una cada diez segundos) víctimas del sida.  Los más de 41 conflictos bélicos que azotan al mundo habrán cobrado cientos de inocentes víctimas.  Otras tantas morirán a causa del terrorismo.  En estos diez minutos centenares de niños habrán muerto literalmente de hambre o serán maltratados y/o abusados sexualmente. También gran cantidad de mujeres (y algunos hombres) estarán siendo agredidas física y psicológicamente por sus “parejas”. En Sudáfrica habrán violado a 40 mujeres.  En este breve lapso miles de personas están intentando escapar del tedio y vacío existencial (quizá un hijo o hermano, un padre o un amigo) a través de la droga y el alcohol o tal vez visitan algún especialista para superar su depresión, angustia, crisis de pánico y tantos otros trastornos mentales. ¡Y podríamos seguir! En suma, en estos diez minutos nos encontramos con demasiada muerte y destrucción, con ríos de lágrimas, impotencia y desesperación” (Eugenio Yáñez Rojas, Crisis y Esperanza, Santiago, Ed. RIL, 2004, p. 7).

La violencia cada vez mayor, más extendida y a menor edad, me ha llevado a cuestionar la forma de vida que estamos llevando y, consecuentemente, los mundos que vamos construyendo y ofreciendo a los demás. ¿Qué es lo que está causando tanto odio, rabia, afán destructivo, deseos de venganza?. Tres son los conceptos que surgen  y uno como resumen de los tres: Miedo, ansiedad, angustia y, como causa de estos tres: Falta de amor.  Pienso que para entender mejor este fenómeno de la violencia, debemos entender el vínculo entre estos tres sentimientos y las respectivas emociones y tensiones que van provocando: afán de poder, avaricia, envidia, rencor, venganza, obsesión, temores, terrores, ansiedades, angustias... no saber cómo enfrentar la vida y no encontrar el sentido de nuestra existencia ni de la de los demás.   ¿Por qué hemos llegado a esto?  Nacer en ámbitos faltos de amor, ser esperados sin amor, no amar la existencia porque no hemos tenido la vivencia de ser recibidos a la vida con amor y hemos abierto los ojos en un mundo que brinda porque hemos facilitado la destrucción de otros... En una semana vi aplaudir la muerte en dos ocasiones... Calidad de la educación... ¿sin amor?  educación de la sexualidad... ¿sin enseñar a amar-se? 

Desde sus primeros días de vida, el niño se encuentra rodeado de una violencia que pasa a ser el escenario natural de la vida… Está dentro y fuera del hogar; entra a casa a través de la televisión, de Internet, los juegos, la ventana… Está en la calle, en el jardín infantil y en la escuela; la violencia pasa a ser la compañía más habitual… ¿Cómo protegerse? ¿En quién confiar? ¿Quiénes son sus modelos de vida? ¿Qué vivencias de amor, de vida en paz, de acogimiento, ha tenido la oportunidad de vivenciar? 

Vivimos una anticultura del miedo, de miseria humana, de confusión, de dolor, de indefensión… La violencia surge de las más diversas formas y se instala, dividiéndonos en a) víctimas b) victimarios y c) víctimas victimarios... Se trata de violencias cada vez más sofisticadas y algunas vestidas con diversas ropas de camuflaje.   

Siempre ha habido violencia; pero con la civilización, la aparición del saber y de las artes, el ser humano inició una vida de cultura, de ocio y no sólo de negocios y guerras.  Llamamos neg-ocio (negación del ocio) a aquello que no hacemos por si mismo; sino por la utilidad que se consigue a través de él.  Así, mientras el negocio es sólo útil, instrumental; el ocio es aquella actividad que la hacemos porque nos realiza por sí misma.  Cuando salimos a caminar por caminar o a mirar el paisaje por disfrutar de esa visión; cuando hacemos una clase o estamos en un laboratorio por vocación y no por algo distinto a ese quehacer (por dinero, poder o fama), estamos moviéndonos en el nivel del ocio, de la vocación, del servicio que realiza…  Necesitamos del ocio, de los grandes amores, para ser felices; caso contrario, la envidia por alcanzar más poder que el otro, nos llevará al deseo de destruir al otro. Entonces, no buscaremos la justicia ni nos apenará la injusticia; sino sólo buscaremos la venganza, la revancha… Es en este último caso, cuando nos movemos en niveles de deshumanización; de violencia… Sí, tiene razón el escritor Etgar Keret, cuando en una entrevista dada al periódico “La Jornada”, el 8 de mayo de 2017, decía:

“… la violencia tiene que ver no sólo con la incapacidad de reconocer al otro, sino con otros muchos factores, principalmente el miedo. Creo que la violencia suele ser vista como una manifestación de poder, pero me parece que en la esencia de un acto violento lo que hay es lo opuesto, hay debilidad, hay ansiedad y creo que ésta es la emoción natural de la que surge la violencia”. Luego, a modo de ejemplo, contaba un suceso ocurrido en su barrio: “ciertos personajes del submundo, de la ilegalidad, amenazaron a la hija de una familia que vive en este barrio y la reacción del padre fue ir con los que habían amagado a su hija y darles un tiro en la cabeza y, por supuesto, fue a la cárcel. Cuando un periodista le pregunta al padre por qué había hecho eso, la respuesta del hombre fue: ‘no se me ocurrió otra alternativa’; entonces, me parece que hay mucho de esto en la violencia, que es como la expresión de una especie de incompetencia emocional o intelectual. Es la expresión o la demostración de personas que no encuentran o no tienen recursos para lidiar con la realidad de otra manera.”

Estimados alumnos; sea la profesión que sea; debemos aprender no sólo a enfrentar los obstáculos como retos, como parte de la aventura de vivir y la posibilidad de crecer; sino que debemos adquirir las competencias que nos ayudarán a descubrir la forma de enseñar a otros a saber vivir la existencia; enseñarles a descubrir el sentido de su existencia, el sentido de amar-se…  

 La violencia hoy aparece en diversos ámbitos, formas y niveles:

a) Como amenaza puntual, en espacios y situaciones que sabemos son violentos y que, ya con cierta capacidad de autonomía, podemos evitar: Al nacer nos encontramos dependiendo de una familia en la cual abunda la violencia… Debemos soportarla durante la infancia, cuando somos absolutamente dependientes… Pero ya al poder hablar, empezamos a adquirir la posibilidad de narrar lo que nos acontece… Aquí son importantes las instituciones educacionales como el Jardín Infantil, la escuela; quienes deben estar atentos a los indicadores (golpes, nerviosismo, tartamudeos, conductas de mutismo, llanto, sobresaltos, violencia, ansiedad…). El drama es cuando las Instituciones públicas que debían ofrecer un hogar sano al niño, el que debería entregarle las carencias nutritivas, de vestuario, de cobijo, pero, por sobre todo, la seguridad y el afecto que no recibió en su familia… les entrega más desolación y toda forma de abusos… ¡Qué catástrofe más destructiva, cuando al niño doliente se le entrega más y más dolor! ¡Qué crueldad!
https://www.youtube.com/watch?v=lxgYsWE7gFM 

b) Hay relaciones interpersonales que también debemos evitar, cuando son destructivas, dominantes; cuando no nos impulsan a ser quienes auténticamente somos: El amor, por definición, es constructivo; no es destructivo… Debemos huir de los violentos. (En otro de mis blogs trato estos temas: Aprender a amar, cordialidad e indiferencia, hipocresía y autenticidad, soledad… etc. https://mundosdialogantes.blogspot.cl  ) Es interesante, en este sentido, el film español “Te doy mis ojos”.  No podemos crear una familia, ni formar un hogar, con la violencia en casa…   Por definición, el hogar es el lugar para la seguridad, para el amor incondicional; para ser en la intimidad y la privacidad sin temor a ser dañados.

c) Hay pueblos, ciudades, barrios, donde la violencia delictiva, el vandalismo, son constantes de vida… Portonazos, incendios intencionales de bosques y poblaciones; asaltos a farmacias, bombas bencineras, supermercados, mall, metrotrenes, restoranes; bombardeos, violaciones, asaltos, violencia en los estadios, escuelas, universidades, hospitales… La violencia es parte del escenario de la vida cotidiana… El miedo por causa de esta violencia, invade el hogar y las vías públicas.  Las calles se llenan de cámaras, alarmas, pero la inseguridad sigue; las diversas formas de violencia quitan los espacios de vida sana; el hombre de bien vivir se siente prisionero…  

d) Habitad invadido por terrorismos de diversa naturaleza invaden diversos pueblos y países.  El terrorismo común se sofistica: narco -terrorismo, terrorismo bacteriológico, químico, nuclear; terrorismo de estado… Lo propio de esta violencia es que atenta contra una población indiscriminada – civiles, militares, empresarios, trabajadores, niños, mujeres, ancianos… Ello porque atenta en forma imprevisible para mantener a la población con un desgaste de temor y ansiedad. Interesante página sobre el tema, para quien quiera profundizar sobre esta violencia: 
https://sanchoamigo.wordpress.com/2011/10/02/el-terrorismo-del-siglo-xxi-en-el-mundo
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e) Sumamos al terrorismo, la esclavitud de niños que deben trabajar y/o manejar armas desde la niñez.  Igualmente, existe la esclavitud a través de los trabajos forzados, la trata y tráfico de niños, mujeres y de toda clase de personas… El tráfico sexual y de órganos.


f) Hoy, sin cuestionamientos, se instala el término “cultura de la violencia” … Se trata de una violencia que pasa a ser rutinaria: abuso de alcohol y todo tipo de drogas y alucinógenos, abuso de una sexualidad sin identidad, sin afectividad, sin compromiso; agresiones de todo tipo entre diversos grupos.  Violencia psicológica y social que debilita todo tipo de valores y desdibuja lo íntimo y lo privado de lo público.  La palabra pasa a teñirse de grosería y agresión habitual de unos contra otros, desaparecen valores como la admiración, el respeto, el compromiso, la lealtad, la amistad; pues sólo se da lugar a lo efímero y al cómplice. La televisión y diversos medios de comunicación, responden a la necesidad de violencia de los jóvenes: anime, canciones, videoclips y juegos, nutren esta violencia como forma de vida.  El ser humano cae en angustia: el mundo, la existencia se angosta y le ahoga…


Violencia en el hogar, en la escuela, en el barrio, en los juegos, en el cine, en las formas de diversión, en los programas de televisión, en el quehacer político y religioso, en los spot publicitarios, en los personajes de farándula que gracias a ello se hacen famosos, en las noticias, en el lenguaje empleado.  Violencia sin distingo de edades, nivel económico o “cultural”. La pregunta que comprensivamente podemos hacernos es ¿Es posible que anhele la paz quien no ha tenido la experiencia de ella? ¿No será ya demasiado tarde para intentar construir una cultura de la convivencia en paz; no será la paz tan sólo una palabra, vacía de sentido, cuyo significado sólo ocupa un espacio en el diccionario o en algún discurso no escuchado? ¿No será esta asignatura sólo una forma de aprobar una exigencia para luego olvidarse de ella como algo que no implicó un real aporte a la formación profesional? 

Pero el ser humano tiene entendimiento y mientras no haya perdido su alma y caído en la desesperación más absoluta, siempre podrá cultivar esperanzas. Por ahora, te propongo el siguiente ejercicio: Mañana, en algún momento del día, detén tu camino y pregúntate qué visión real tienes de ti, del mundo que estás construyendo y de aquel que te rodea. ¿Estás haciendo de ti, quien tú esperabas ser? ¿Estas siendo realmente tú o has creado una imagen para ser aceptado; una imagen populista o acomodaticia, conveniente y a lo mejor elogiable; pero lejana a tu verdadero ser? ¿Estas forjando la mujer o varón que realmente eres; o, has practicado una primera violencia contra tu propia identidad? Luego, con estas reflexiones  y cumpliendo con tu diaria rutina, mira el mundo que te rodea… Mira dispuesto a ver… Hoy tal vez tu mirada se detenga en una de las más comunes escenas: la de un perro hambriento, enfermo, buscando comida cerca de tachos de basura, abandonado por su amo; o tal vez, tu mirada se encuentre con la de un adolescente drogadicto pidiendo dinero o vendiendo algo que probablemente ha robado... También puede ser que des vuelta la cabeza para mirar de quién proceden esos gritos de mujer, que amenazan con rabia a un niño de aproximadamente 9 años que mira el vacío para luego alzar la voz y responder del mismo modo... Entonces has la siguiente pregunta que será clave para confirmar o no tu vocación educativa ¿Serás un mero observador del mundo violento, de tal modo que no sólo rápidamente quitarás la mirada sino que desviarás tus pensamientos para no hacerse cargo de tanta ausencia de amor? ¿O acaso decidirás también actuar violentamente y observarás para aprender a ser más hábil aún y así prepararte para ser un astuto ganador? ¿O, por el contrario, aprenderás para intervenir en el mundo educativamente y ser el profesor o profesora de ciencias, artes, idiomas, educación física, básica,educación parvularia o educación diferencial q,ue con paciencia y amor, enseñará, sin dudar y con convicción, la forma de construir la cultura de la paz?
Decálogo para convertir a su hijo en un delincuente

Ya no eres niño; ya no eres adolescente; ya debes responder del ser que elegirás realizar y enseñar; ya puedes darte cuenta del valor de tus decisiones y de sus consecuencias. También te das cuenta que construir caminos educativos no es una tarea simple, ni llena de aplausos, reconocimientos y facilidades. Educar y educar en la paz, en medio de un mundo violento, implica trazar caminos sobre suelos áridos,endurecidos; muchas veces solitarios o no comprendidos que requerirán de tu fortaleza y coraje para inspirar e instar a perseverar: Ascender, ponerse de pie, caer, volver a levantarse, volver a caer, levantarse y ascender... Perseverar… Insistir una y mil veces;y a pesar del cansancio y obstáculos e incomprensión o inconveniencias.; lo que sí es seguro es que serás feliz, porque serás leal contigo, con tu conciencia, con el amor que sientes por lo que haces y porque descubrirás que precisamente ese es el sentido de tu existencia; ese eres tú: EDUCADOR..  Sabes? Nada es casual, menos aún si has optado por cumplir con tu vocación. 


El miedo... la ansiedad ..... la depresión.... la angustia.... la tristeza.... la violencia.


Ansiedad: La ansiedad en sí no es mala; sino es una tendencia, fuerza, movimiento de nuestra siquis, con cierta intensidad y dirección.  El problema aparece cuando la ansiedad se mantiene con una fuerza y persistencia que se transforma en obsesión, fanatismo.  En este caso, aparecen una serie de síntomas físicos y psíquicos.
Físicos como: nauseas, palpitaciones, vértigos, sudoración, temblores, hormigueos o adormecimiento de una mano o pie…
Psicológicos como: Inseguridad, fobias, impaciencia, impulsividad, nerviosismo, impaciencia, falta de concentración…
Podemos hablar de ansiedad de notoriedad, de poder, de venganza, de estimación.

La ansiedad, unida al miedo, lleva a la depresión (ansiedad depresiva es un diagnóstico habitual para quienes consultan psicólogos o psiquiatras).  Surge, entonces, la angustia…La vida se ang-osta; el mundo se estrecha… la desesperación…

La valentía.... la esperanza.....la confianza..... amar-se.....la templanza..... el compromiso.... las convicciones..... recuperar un ideal de vida..... ser líderes.











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