La palabra paz tiene su
origen en el latín pax que significa, pacificar, apaciguar. La virtud de la paz
es la virtud de la armonía, del actuar consecuente, esto es, de la integridad
entre lo que siento, creo, digo, hago.
Existe una paz interior y una paz exterior que no es tal sin la primera.
La paz no es la ausencia de
conflictos sino una actitud de serenidad que por sola presencia insta a no
perder el dominio, a mantener una calma que no es pasiva sino activa: es la
calma que se mantiene durante y después de un terremoto o cualquier catástrofe.
Es una paz serena pero alerta, que
justamente mantiene la calma porque se está consciente del deber de tomar
decisiones sabias, prudentes, que consideren las circunstancias y sus
consecuencias; decisiones que no lleven a empeorar o agravar la situación. Es la paz del hombre justo, prudente, que
domina el miedo y la ira; porque sabe que estos aconsejan mal.
Para conservar la paz, tanto
interior como exterior, debemos aprender a valorar, jerarquizar: ¿Cuál es el
bien mayor? ¿Cuál es el mal menor y cuál el mayor? ¿Es el momento para pedir?
¿Consideramos las circunstancias?
Anécdotas hay muchas: Recuerdo el caso de un alumno…. Yo acompañaba a
una profesora amiga quien vivía al lado de una casa que se estaba incendiando. De pronto, un bombero se acerca corriendo a
ella y le dice “No pude ir a clases, sé que entregó notas ¿se acuerda qué nota
me saqué?” El problema es la falta de
consideración. No puedes solicitar que
te compren a lo mejor un justo y necesario computador, cuando tu madre o padre
está grave y hay asuntos médicos que enfrentar.
Educar la paz implica, entonces,
enseñar a valorar las circunstancias y
las consecuencias de las decisiones.
También implica enseñar la justa
tolerancia, pues no todo debe ser tolerado.
Se toleran ideas o creencias pero no actitudes o acciones invasivas que
son destructivas: no debes tolerar que te maltraten o maltraten a los tuyos que
no pueden por sí mismos defenderse. No
se debe permitir la existencia de grupos o personas que promuevan el suicidio,
el maltrato animal, la prostitución y todo tipo de comercialización infantil o
maltrato de personas discapacitadas o seniles.
Se debe tener claridad sobre lo que es un acto punitivo, que debe ser
penalizado o se caería en complicidad con todo acto de injusticia.
Se debe ser tolerante con ideas y
creencias distintas; enseñar la discusión respetuosa; sin burla ni escarnio;
sin atacar física ni psicológicamente a quien piensa o cree distinto a ti. La
paz se logra en quien logra vislumbrar
un ideal de amor porque descubre la belleza de la creación, de los grandes
hombres y sus obras. Es sabido que la
gran música, con su belleza, aúna a todo hombre más allá de los idiomas,
credos e ideas. Es lo que expresa, magistralmente, la
película “El pianista”. La paz, bien
entendida, no es sólo la ausencia de conflictos sino convivencia respetuosa o
tolerante en diversidad.
Un cuento de
autor desconocido: “Verdadero significado de la paz”
“Había
una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos
artistas intentaron. El rey observó y admiró
todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La
primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas placidas montañas que lo
rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo
muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía
montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas.
Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía
retumbar un espumoso torrente de agua.
Todo esto no se revelaba para nada pacifico. Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, el miró tras la
cascada una grieta en la Roca. En esta grieta se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la
violenta caída de agua, estaba sentado
plácidamente un pajarito en el medio de su nido...!!Paz perfecta!!
El
Rey explicó: "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin
problemas, sin trabajo duro o
sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro
de nuestro corazón."
Complementar con la lectura de "Educar en la reinvención de la solidaridad" de Luis Alfonso Aranguren http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol38/150/150_aranguren.pdf
Complementar con la lectura de "Educar en la reinvención de la solidaridad" de Luis Alfonso Aranguren http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol38/150/150_aranguren.pdf
La paz requiere
de la templanza
Este cuento
expresa es el verdadero sentido de la paz que, para ser tal, debe sustentarse
en la templanza. La templanza es una de
las cuatro virtudes cardinales: la del dominio de sí, a través de la fuerza de
la voluntad; es la virtud de la armonía, de la proporción, del equilibrio, la
sobriedad. La persona templada disfruta
sin caer en el asco, lo grotesco, la saturación, el fastidio, el aburrimiento;
dirige sus anhelos para que sean justos y no destructivos; dirige sus poderes
para servicio suyo, de los suyos y de todos, en justa conmutación (intercambio)
y distribución; de tal modo no atentar física, psíquica ni moralmente contra
los demás. Es la virtud del dominio de
los sentidos y poderes.
El
velar por sí mismo, cuidarse, tener justos anhelos, salud, descanso,
entretención, comodidad, placeres, poder no es malo si no nos hace caer en
egolatría, avaricia, ebriedad, lujuria o promiscuidad, gula, consumismo,
trapería, despilfarro, crueldad, indecencia. Por ello, la templanza trae como
consecuencia la paz del alma o paz interior, requisito para la paz de la
convivencia en todos sus niveles. Así,
la templanza educa las energías o tendencias vitales, dirigiendo sus
movimientos en forma, fuerza y contenido: continencia, humildad,
mansedumbre, clemencia. La mansedumbre modera el resentimiento, la
envidia, el afán de venganza, porque evita que la ira obnubile el
entendimiento. La paz interior posibilita el verdadero encuentro; sin ella, a
los más habrá remedos de paz.
El hombre violento busca saciar sus
ansias de euforia, exaltación y para ello necesita dominar, empequeñecer al
otro-a, empobrecerlo en todo sentido; sobre todo en lo personal. Es el ser que sólo se divierte en la
disipación. Disiparse es relacionarse con seres que no habrá encuentro porque
serán siempre externos y extraños a uno; jamás íntimos. El encuentro, en
cambio, exige trato decoroso, de iguales en dignidad, en respeto.
La paz exige el encuentro entre seres
libres y diversos; que no se anulan sino potencian.
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