viernes, 27 de septiembre de 2013

2.5 Amistad, compañerismo y aulas en paz.


             Sólo cuando tomamos conciencia y vemos al otro como un ser personal, un ser humano íntegro y no un mero cuerpo más entre miles, o alguien funcional (chofer, profesor, cocinero, aseador, alumno, profesor, etc.) nuestra actitud también se humaniza y se dispone a acoger no a”otro más” sino a otro que también es un “yo” quien aparece entonces como un “tú”.  En el filme “El juego de las lágrimas” se expresa cómo el guardián del rehén, no puede impedir la comunicación que se empieza a dar entre ambos: es simple, aparece ya no el rehén sino la persona; ya no el raptor sino el ser humano… Los días que deben ambos permanecer juntos, hace que lleguen a tal punto de compenetración personal, a tales niveles de autenticidad, que no pueden evitar que surja un vínculo de verdadera amistad: un “nosotros”.  El raptor sabe que ya no podrá matar al amigo que es su rehén; es más, un amigo no puede ser rehén; en el amor no hay dominio, no hay posesión del otro.  El raptor termina exponiendo su vida para salvar al amigo; pues ya sabe que la orden será matarlo. Los cómplices son sólo “los otros; ellos”.  Y aquí tenemos ya dos enseñanzas importantes: a) Quienes se conocen en niveles de profundidad, no pueden sino amarse y, quien ama sólo desea el bien del amado-a; pues el amante es feliz en la medida que hace feliz al amado-a: Yo estoy bien si tú estás bien.  El amor es benevolente: desea el bien del amado, y b) No confundamos amigo con cómplice; amistad con complicidad.
            La amistad es una forma de amor.  El verdadero amigo no dice a todo que sí; pues el verdadero amor no es ciego sino, por el contrario, da sabiduría.  Si el amigo se da cuenta que tú decisión te hará daño, te aconseja; te da su visión, sus razones para la negativa…. Aunque la primera reacción sea de enojo… el amigo es leal y prefiere el momento de disgusto, de dolor.  El cómplice es alguien que se asocia con “otros” para llevar a cabo una acción en contra de “otros”; una acción punitiva: robar, amedrentar, engañar, destruir, conseguir ilícitos,… etc.  Entre los cómplices no hay una relación de amistad, de amor sino de poder: juntos podemos asaltar; juntos podemos satisfacer nuestras conveniencias.  En la complicidad hay una relación funcional, de utilidad; donde no me interesa el otro sino lo que consigo a través de él; por ello la complicidad siempre es violenta.
            Es importante educar la amistad; enseñar a hacer amigos.  Hubo un tiempo que trabajé cursos optativos y acciones valóricas que consistían en aplicar un programa para enseñar a ser amigos-as y compañeros-as.  Uno de los errores más comunes que comete el profesor al inicio del año escolar es dirigirse a su curso de 30 0 40 alumnos, en los siguientes términos: “Espero que no se formen grupos y que sean todos amigos”.  Mal comienzo; está diciendo algo que no es un ideal sino una utopía; por lo cual no resulta creíble. (El ideal es muy difícil de alcanzar pero dirige todas nuestras fuerzas y acciones hacia él; es criterio de evaluación constante pues nos indica si con la decisión tomada, nos acercamos o alejamos de él.  La utopía, en cambio, es inalcanzable; pero si lo fuera sería destructiva, pues no se sustenta en la realidad).  La amistad requiere dedicación, compartir en ámbitos cotidianos, propios de la vida privada.  El amigo-a debe sentir que cuenta contigo; que puede confiar en ti; que puedes comprenderlo porque lo conoces (que no es lo mismo que estar de acuerdo en todo).  Con el amigo debe haber simpatía a nivel de sintonizar en aspectos importantes de la vida personal; en principios fundamentales (que no es lo mismo que en ideas) que tienen que ver con lo afectivo y moral: lealtad, afecto, generosidad…   Obviamente que para ser amigos se requiere de cierto grado de madurez; la necesaria para pedir perdón cuando se toma conciencia que por cobardía se ha sido desleal con el amigo.  Excelente film “El niño del pijama a rayas”: esa escena donde el niño nazi no se atreve a decir que él dio la orden al niño judío – su amigo- de comer los pastelillos.  Luego, el arrepentimiento y el querer cumplir con el principio de indemnización (por supuesto que el niño no sabe que está aprendiendo lo que es la amistad y la justicia; es el amor el que le enseña): el niño nazi se compromete: ayudará al niño judío a buscar a su padre, enfrentando el miedo que implica desobedecer las órdenes de sus propios padres; pero sabe que es un acto de justa amistad y valentía.  El amor siempre es justo y valiente.

            Lo que el profesor debe indicar es: “Espero que todos ustedes aprendan a ser auténticos compañeros y, ojalá se forme también más de alguna relación de amistad”.  La relación de amistad es una forma de amar a un tú con quien se sintoniza aniveles de vida privada; el compañerismo es una relación de amor pero sustentado en la virtud de la colaboración.  Los compañeros forman una compañía que tiene propósitos definidos: se juntan para una obra común; son colaboradores, solidarizan en la obra.  Los alumnos de un curso son una compañía de estudio; en forma análoga a como lo son las compañías de bomberos.  No se logra el compañerismo con paseos, fiestas o comidas.  Los paseos, fiestas y comidas se hacen cuando ya son compañeros; para celebrar, precisamente, ese compañerismo.  Es el trabajo colaborativo, el interés común, el sentir que juntos logran lo que en solitario habría sido imposible o más difícil, lo que une a los compañeros; lo que los hace verse y ver a los otros como tú diversos pero, por lo mismo, complementarios y no rivales.   Entender esto cobra vital importancia cuando la violencia escolar asola nuestras aulas  y con cada vez más graves consecuencias.



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