Observación: Puesto que a menudo, usamos los términos
ética y moral, es necesario recordar su conceptualización base, de tal forma
aclarar el sentido de su usos o referencias. Llamamos ética a la disciplina
filosófica que estudia la moral (del mismo modo que, análogamente, llamamos
biología al estudio de la vida). Llamamos
moral a esa dimensión propia del ser humano que le va otorgando a su ser un
perfil de bondad o maldad, honestidad o deshonestidad, dependiendo de su actuar correcto o incorrecto, conforme o no con el
deber ser y no meramente con el poder ser.
Se entiende por bien moral aquel que logramos por mérito propio,
dominando nuestros impulsos destructivos y adquiriendo la fortaleza para actuar
conforme a lo que realmente nos perfecciona – a pesar de los obstáculos y
sufrimientos que ello nos pueda ocasionar- de tal modo realizarnos como seres
humanos justos; tanto en forma personal como interpersonal y social en general.
Cualquier
valoración ética es difícil; implica un juicio sobre la perfección moral de una
persona; sobre sus intenciones, acciones y obras; sus vicios y virtudes...
Valorar supone, por lo tanto, una postura o visión sobre un ideal de perfección
que nos permita luego afirmar si nuestros actos reafirman ese ideal o, por el
contrario, atentan contra él. Es, en este sentido, que hoy nos proponemos
averiguar cuáles son los principios que debiéramos tener presente para
direccionar, fundamentar y delinear los límites y alcances de los juicios éticos
que se emiten y emitimos sobre el cine.
· La Importancia De La Madurez Moral Del
Espectador
El cine, como toda obra, se propone ante la mirada de un
espectador. Una película no será interpretada ni influirá del mismo en un
espectador que tiene una actitud crítica, convicciones, equilibrio emocional,
nivel intelectual que, en otro espectador,
pasivo, sin convicciones, sin una
visión clara de su propia identidad y, por lo mismo, fácilmente influenciable;
ya por su corta edad o por la falta de
conocimientos y de experiencia; ya por una discapacidad o por no conocer el
lenguaje fílmico. La formación de un espectador crítico de cine es compleja por
la riqueza de este mismo, ya que encierra en sí todas las artes: su apreciación
encierra valores estético - poéticos, intelectuales, morales. Así, excelentes filmes como “Requiem por un sueño” o “La naranja
mecánica”, no deben ser llevados a un aula de escolares básicos; no porque sean
en sí inmorales o nocivos; sino porque estas películas no son para cualquier
tipo de espectador: no son para una persona ya con psicopatologías o
desequilibrios emocionales, como tampoco para personas de niveles intelectuales
bajos. Un niño de diez años, por ejemplo, aún no está capacitado, en ningún
sentido, para entender y enfrentar sin distorsiones, la visión de escenas muy
fuertes de destrucción moral y emocional del ser humano. Inmoral sería quien expusiera a un niño a esa
proyección; como también sería inmoral quien lo expusiera al peligro de dejar a
su alcance remedios, cuchillos, líquidos corrosivos, agujas, etc.
Luis
Campos agrega, en su libro “Sentido y juicio ético ante el cine”, ed. Paulinas
1989, pág. 37: “…al menos para personal adultas el cine es más una revelación
de lo que es el espectador que una causa influyente sobre él. El filme es, más bien, una ocasión para que
el espectador proyecte su propio subconsciente.
(…) En este caso, el cine sólo sería un estímulo, o a lo más una
tentación, ante lo cual espectador demostraría aquello que es”. De ahí la importancia dela censura no del
film mismo, sino del espectador por su condición de inestabilidad moral o
emocional. Luis Campos agrega: “El
espectador ideal sería el que fuese tan maduro que no le ocasionase daño ver la
opinión de los demás, aunque esta opinión sea contraria a su moralidad y a sus
ideas”.
Actitud moral
del director del filme: Lo primero que debemos aclarar es que nos referimos a la
moral de una persona no en cuanto persona, o en cuanto gestor o administrador
de las relaciones interpersonales y laborales del equipo de filmación que
trabaja a su cargo. Así, en este
sentido, no nos atañe la moralidad o inmoralidad de quienes han sido acusados,
por ejemplo, de abuso sexual como Woody Allen o Polansky; ni siquiera hacemos
referencia a la acusación de plagio de que fuera objeto el primero, en relación
con el guión de su filme “Vicky Cristina Barcelona”.
Cuando
hablamos de la actitud moral del director del filme, hacemos referencia a la
huella moral dejada en la obra fílmica; la cual – para bien o para mal- cobra
independencia del mismo autor. Hablamos, entonces, de una ética del ser humano
en cuanto “creador” de una obra que expresa su intención moral más allá de los
tiempos y espacios. Análogamente,
hablamos de la moralidad del acto de creación de la bomba atómica: ésta fue
creada por alguien, en un momento y espacio de la historia, con intenciones
destructivas; sin embargo, su creación
trascendió al autor de la misma: ya
no podemos deshacernos de ella; su imperio de amenaza trasciende la vida
y muerte de su creador. La pregunta,
entonces es: esta obra cinematográfica, tiene un propósito de hacernos mejores,
de llevarnos a tomar conciencia de nuestras falencias morales: intemperancia que
nos lleva a la ira, a las drogas, a las violaciones; imprudencia que nos lleva
a arriesgar la vida por nada; debilidad que nos lleva a abandonar a los hijos por no comprometernos
con nada; injusticia que nos lleva a la avaricia y a despojar al otro de lo que
merece… El filme ¿nos muestra el mal
actuar como mal o nos confunde hasta hacernos rogar que no pillen al asaltante
porque se nos presenta como un ser tan carismático o atractivo?
Las
películas de Kubrick, Aronofsky, Meilleres,
por ejemplo, expresan mucha violencia pero no son violentas sino que
denuncian lo destructivo de ella: son un grito desesperado de artistas del cine
que nos piden: no más violencia, no más destrucción, no más autodestrucción, no
más exigencias que aniquilan porque están más allá de nuestros límites, no más
odio, no más totalitarismos, no más mecanización ni erotización del ser
humano.”
En la
Naranja Mecánica, Kubrick “nos presenta un joven robotizado (Clockwork: Que se
le da cuerda). Alex está tan
condicionado por la sociedad como luego lo estará por el sistema de
tratamiento. Es violento y violador
porque la sociedad en que vive está supererotizada (recordemos las
ambientaciones y adornos de las casas) y es ultravioleta (nadie se fía de
nadie; la tortura es la manera de imponer “la ley y el orden” “(Ibíd. Pág.
43). Es claro, entonces, que nos
preguntemos ¿Se muestra en los filmes el amor como amor o se intenta mostrar
como tal lo que no es más que un juego emocional o pasional de un momento sin
mayores compromisos? Al encender el
televisor es mucho más fácil encontrar programas o publicidad que juega con el
erotismo y no que intentan visionar el amor en cualquiera de sus formas.
La
inmoralidad está, entonces, en quien hace del cine un instrumento para
destruir, para confundir; ya con fines ideológicos o con fines meramente
comerciales (la pornografía, las drogas, el sensacionalismo, lo superficial,
son de más fácil y mayor venta)
Pluralismo y
ética del cine: Existen diversas corrientes éticas, dependiendo de la visión
antropológica que se tenga del hombre, esto es, de las ideas y creencias que se
tengan sobre nuestra esencia, origen, destino y la finalidad que demos a
nuestra existencia. Por lo mismo,
dependiendo de la visión que tenga el director de cine, dependerá también el
mensaje que nos ofrecerá su filme. Esto
dará lugar a debates sobre la moralidad o inmoralidad del filme, dependiendo de
las ideas y creencias del espectador que muchas veces se sentirá felizmente
interpretado y otras, cruelmente ofendido.
Lo importante es darse cuenta de la visión de hombre, de mundo, de Dios
que está tras el film y, con madurez y respeto, discutirla. No para cambiar al espectador que piensa
distinto sino para enriquecerse con el otro que también es auténtico y respetuoso con las creencias
del otro. Por supuesto, que un debate
ético del cine, en estas profundidades, requiere de una gran madurez, capacidad
de escucha y de diálogo; tanto del educador o moderador de un cine foro, como
del espectador. Desafortunadamente, es
muy fácil caer en la pelea, en la burla, en el desprecio o en la indiferencia
con el interlocutor distinto; cuando, en verdad, es quien tiene otros
planteamientos sobre la vida, quien nos ayuda más a revisar e incluso
consolidar los propios. Lo importante es
la discusión con el alma limpia; sin manipulaciones por parte del director de
cine, del educador o moderador del cine foro o de los espectadores.
Consecuentemente
con lo expuesto, obtendremos una mejor comprensión del filme, conociendo la
biografía de su director.
Es inmoral el cine
que profana la persona: Uno de los peligros éticos del cine es la profanación de los
actores y, consecuentemente, del espectador.
¿Cuáles deben ser los cuidados que debe tener el director al pedir a un
niño – por ejemplo- que actúe la escena de un niño violado o cruelmente
asesinado o poseído? ¿Cuándo el filme
cae en sensacionalismo, violentismo o pornografía? Estos son los temas que un
educador debe tener claro. La maestría
del director de cine está en su creatividad.
Ninguna escena nos hace sentir más la perversión de los guardias que
violan a los niños de “Los hijos de la calle” y sin mostrar la violación misma:
la vemos en nuestra alma: en el pantalón que cae sobe los zapatos de un niño al
que al mismo tiempo lo obligan a rezar en vos alta el rosario, en el túnel que
te aniquila, en esa cámara que da vueltas, en el ya hombre, frente a un Cristo
crucificado, recordando estas imágenes.
El gran cine no muestra: EXPRESA.
Es como el amor: se expresa a través de los cuerpos que se abrazan; pero
no se muestra; pues también los que no se aman se pueden abrazar…
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