viernes, 27 de septiembre de 2013

3.3 Valoración ética del cine


           Observación: Puesto que a menudo, usamos los términos ética y moral, es necesario recordar su conceptualización base, de tal forma aclarar el sentido de su usos o referencias. Llamamos ética a la disciplina filosófica que estudia la moral (del mismo modo que, análogamente, llamamos biología al estudio de la vida).  Llamamos moral a esa dimensión propia del ser humano que le va otorgando a su ser un perfil de bondad o maldad, honestidad o deshonestidad, dependiendo de su actuar  correcto o incorrecto, conforme o no con el deber ser y no meramente con el poder ser.  Se entiende por bien moral aquel que logramos por mérito propio, dominando nuestros impulsos destructivos y adquiriendo la fortaleza para actuar conforme a lo que realmente nos perfecciona – a pesar de los obstáculos y sufrimientos que ello nos pueda ocasionar- de tal modo realizarnos como seres humanos justos; tanto en forma personal como interpersonal y social en general.

      Cualquier valoración ética es difícil; implica un juicio sobre la perfección moral de una persona; sobre sus intenciones, acciones y obras; sus vicios y virtudes... Valorar supone, por lo tanto, una postura o visión sobre un ideal de perfección que nos permita luego afirmar si nuestros actos reafirman ese ideal o, por el contrario, atentan contra él. Es, en este sentido, que hoy nos proponemos averiguar cuáles son los principios que debiéramos tener presente para direccionar, fundamentar y delinear los límites y alcances de los juicios éticos que se emiten y emitimos sobre el cine.


· La Importancia De La Madurez Moral Del Espectador

                El cine, como toda obra, se propone ante la mirada de un espectador.  Una película no será  interpretada ni influirá del mismo en un espectador que tiene una actitud crítica, convicciones, equilibrio emocional, nivel intelectual que, en otro espectador,  pasivo,  sin convicciones, sin una visión clara de su propia identidad y, por lo mismo, fácilmente influenciable; ya por su corta edad o por la  falta de conocimientos y de experiencia; ya por una discapacidad o por no conocer el lenguaje fílmico. La formación de un espectador crítico de cine es compleja por la riqueza de este mismo, ya que encierra en sí todas las artes: su apreciación encierra valores estético - poéticos, intelectuales, morales.  Así, excelentes filmes  como “Requiem por un sueño” o “La naranja mecánica”, no deben ser llevados a un aula de escolares básicos; no porque sean en sí inmorales o nocivos; sino porque estas películas no son para cualquier tipo de espectador: no son para una persona ya con psicopatologías o desequilibrios emocionales, como tampoco para personas de niveles intelectuales bajos. Un niño de diez años, por ejemplo, aún no está capacitado, en ningún sentido, para entender y enfrentar sin distorsiones, la visión de escenas muy fuertes de destrucción moral y emocional del ser humano.  Inmoral sería quien expusiera a un niño a esa proyección; como también sería inmoral quien lo expusiera al peligro de dejar a su alcance remedios, cuchillos, líquidos corrosivos, agujas, etc.

            Luis Campos agrega, en su libro “Sentido y juicio ético ante el cine”, ed. Paulinas 1989, pág. 37: “…al menos para personal adultas el cine es más una revelación de lo que es el espectador que una causa influyente sobre él.  El filme es, más bien, una ocasión para que el espectador proyecte su propio subconsciente.  (…) En este caso, el cine sólo sería un estímulo, o a lo más una tentación, ante lo cual espectador demostraría aquello que es”.  De ahí la importancia dela censura no del film mismo, sino del espectador por su condición de inestabilidad moral o emocional.  Luis Campos agrega: “El espectador ideal sería el que fuese tan maduro que no le ocasionase daño ver la opinión de los demás, aunque esta opinión sea contraria a su moralidad y a sus ideas”.

Actitud moral del director del filme: Lo primero que debemos aclarar es que nos referimos a la moral de una persona no en cuanto persona, o en cuanto gestor o administrador de las relaciones interpersonales y laborales del equipo de filmación que trabaja a su cargo.  Así, en este sentido, no nos atañe la moralidad o inmoralidad de quienes han sido acusados, por ejemplo, de abuso sexual como Woody Allen o Polansky; ni siquiera hacemos referencia a la acusación de plagio de que fuera objeto el primero, en relación con el guión de su filme “Vicky Cristina Barcelona”.

            Cuando hablamos de la actitud moral del director del filme, hacemos referencia a la huella moral dejada en la obra fílmica; la cual – para bien o para mal- cobra independencia del mismo autor. Hablamos, entonces, de una ética del ser humano en cuanto “creador” de una obra que expresa su intención moral más allá de los tiempos y espacios.  Análogamente, hablamos de la moralidad del acto de creación de la bomba atómica: ésta fue creada por alguien, en un momento y espacio de la historia, con intenciones destructivas; sin embargo, su creación  trascendió al autor de la misma: ya  no podemos deshacernos de ella; su imperio de amenaza trasciende la vida y muerte de su creador.   La pregunta, entonces es: esta obra cinematográfica, tiene un propósito de hacernos mejores, de llevarnos a tomar conciencia de nuestras falencias morales: intemperancia que nos lleva a la ira, a las drogas, a las violaciones; imprudencia que nos lleva a arriesgar la vida por nada; debilidad que nos lleva a  abandonar a los hijos por no comprometernos con nada; injusticia que nos lleva a la avaricia y a despojar al otro de lo que merece…  El filme ¿nos muestra el mal actuar como mal o nos confunde hasta hacernos rogar que no pillen al asaltante porque se nos presenta como un ser tan carismático o atractivo?

           Las películas de Kubrick, Aronofsky, Meilleres,  por ejemplo, expresan mucha violencia pero no son violentas sino que denuncian lo destructivo de ella: son un grito desesperado de artistas del cine que nos piden: no más violencia, no más destrucción, no más autodestrucción, no más exigencias que aniquilan porque están más allá de nuestros límites, no más odio, no más totalitarismos, no más mecanización ni erotización del ser humano.”

            En la Naranja Mecánica, Kubrick “nos presenta un joven robotizado (Clockwork: Que se le da cuerda).  Alex está tan condicionado por la sociedad como luego lo estará por el sistema de tratamiento.  Es violento y violador porque la sociedad en que vive está supererotizada (recordemos las ambientaciones y adornos de las casas) y es ultravioleta (nadie se fía de nadie; la tortura es la manera de imponer “la ley y el orden” “(Ibíd. Pág. 43).  Es claro, entonces, que nos preguntemos ¿Se muestra en los filmes el amor como amor o se intenta mostrar como tal lo que no es más que un juego emocional o pasional de un momento sin mayores compromisos?   Al encender el televisor es mucho más fácil encontrar programas o publicidad que juega con el erotismo y no que intentan visionar el amor en cualquiera de sus formas.

            La inmoralidad está, entonces, en quien hace del cine un instrumento para destruir, para confundir; ya con fines ideológicos o con fines meramente comerciales (la pornografía, las drogas, el sensacionalismo, lo superficial, son de más fácil y mayor venta)

Pluralismo y ética del cine: Existen diversas corrientes éticas, dependiendo de la visión antropológica que se tenga del hombre, esto es, de las ideas y creencias que se tengan sobre nuestra esencia, origen, destino y la finalidad que demos a nuestra existencia.  Por lo mismo, dependiendo de la visión que tenga el director de cine, dependerá también el mensaje que nos ofrecerá su filme.  Esto dará lugar a debates sobre la moralidad o inmoralidad del filme, dependiendo de las ideas y creencias del espectador que muchas veces se sentirá felizmente interpretado y otras, cruelmente ofendido.   Lo importante es darse cuenta de la visión de hombre, de mundo, de Dios que está tras el film y, con madurez y respeto, discutirla.  No para cambiar al espectador que piensa distinto sino para enriquecerse con el otro que también  es auténtico y respetuoso con las creencias del otro.  Por supuesto, que un debate ético del cine, en estas profundidades, requiere de una gran madurez, capacidad de escucha y de diálogo; tanto del educador o moderador de un cine foro, como del espectador.  Desafortunadamente, es muy fácil caer en la pelea, en la burla, en el desprecio o en la indiferencia con el interlocutor distinto; cuando, en verdad, es quien tiene otros planteamientos sobre la vida, quien nos ayuda más a revisar e incluso consolidar los propios.  Lo importante es la discusión con el alma limpia; sin manipulaciones por parte del director de cine, del educador o moderador del cine foro o de los espectadores.

            Consecuentemente con lo expuesto, obtendremos una mejor comprensión del filme, conociendo la biografía de su director.

Es inmoral el cine que profana la persona: Uno de los peligros éticos del cine es la profanación de los actores y, consecuentemente, del espectador.  ¿Cuáles deben ser los cuidados que debe tener el director al pedir a un niño – por ejemplo- que actúe la escena de un niño violado o cruelmente asesinado o poseído?  ¿Cuándo el filme cae en sensacionalismo, violentismo o pornografía? Estos son los temas que un educador debe tener claro.  La maestría del director de cine está en su creatividad.  Ninguna escena nos hace sentir más la perversión de los guardias que violan a los niños de “Los hijos de la calle” y sin mostrar la violación misma: la vemos en nuestra alma: en el pantalón que cae sobe los zapatos de un niño al que al mismo tiempo lo obligan a rezar en vos alta el rosario, en el túnel que te aniquila, en esa cámara que da vueltas, en el ya hombre, frente a un Cristo crucificado, recordando estas imágenes.  El gran cine no muestra: EXPRESA.  Es como el amor: se expresa a través de los cuerpos que se abrazan; pero no se muestra; pues también los que no se aman se pueden abrazar…

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